Tucumanazo: Crónicas de un pueblo defraudado
El último 23 de Agosto en Tucumán se desarrollaron los comicios electorales en dicha provincia, pero no sería una jornada más. La palabra de los dirigentes del partido oficialista calificando de “normal” el desarrollo de las elecciones se desarmaba ante la situación real en la provincia. La elección de los máximos representantes terminó sumida en un escándalo que conllevó a una feroz represión.
Para entender lo sucedido en la Provincia de Tucumán se deben rastrear dos hilos conductores de conflicto y tensión que terminó desembocando en el copamiento de la plaza independencia y la posterior represión. Por un lado, las características de construcción de poder en la provincia (y en el resto del país) y, por el otro, el momento del cambio de hegemonías a nivel nacional que se está viviendo. En última instancia el sentimiento de un pueblo que se sintió defraudado más allá de cuál sea el resultado final de los comicios.
Para entender la forma de construcción de poder en Tucumán, así como en otras provincias, debemos remitirnos al enquistamiento de una casta política autoritaria que utilizando su arma más potente, el “aparato”, logran permanecer en el poder por largos años. El uso despótico de las instituciones, la represión de la manifestación social, el arraigado clientelismo político, el sistema de dadivas por votos y la corrupción en los manejos de los fondos públicos. Como contracara, la pobreza, el hambre, la explotación abusiva (semiesclava) de los trabajadores y el favoritismo por la portentosa burguesía terrateniente, son la parte más triste de esta historia repetida en las provincias que presentan este tipo de gobernación caudillista (o popularmente llamada “feudal”).
Alperovich permaneció 12 años en total como titular de la gobernación reemplazando a Miranda en el 2003. La continuación de la gobernación peronista fue a base de todo lo expuesto en el párrafo anterior. Esta vez, el agotado dirigente deja paso a Juan Manzur (ex ministro de salud de la nación) para ocupar una banca en el senado. El cambio de hegemonías impulsa la reacción de la oposición, más incisiva en la búsqueda del poder para aprovechar la veta abierta ante la salida del actual gobernador. Esta oportunidad única para la oposición exacerbó los ánimos de los candidatos y fiscales de todos los partidos intervinientes.
La jornada electoral fue una de las más caóticas desde la vuelta a la democracia. Las denuncias de urnas quemadas, colegios enteros impugnados, represión de fiscales, levantamiento de urnas por parte de la gendarmería, mesas donde candidatos ganan con el 105%, largas sabanas de papel en los cuartos oscuros, urnas llenas de antemano, militantes que fiscalizaban en prisión, etc. El coctel explosivo termina efectivamente implosionando en una manifestación en el centro de la ciudad de San Miguel de Tucumán, frente a la casa de gobierno. La gente, convocada por la militancia del radicalismo (principal fuerza opositora en votos) pero también muchas familias autoconvocadas colmaron la Plaza Independencia exigiendo el respeto al voto.
“¡Nos dicen que nuestra única arma es el voto y ni siquiera eso respetan!” expresaba una madre de familia. Esa era la sensación general en la plaza, el avasallamiento de la soberanía popular, principio máximo del sistema republicano y democrático. La sensación de hartazgo y opresión fue la causa convocante de la ciudadanía que se expresaba en paz, cuando inesperablemente la directiva de despejar la plaza llevo a la fuerza policial a comenzar una feroz represión. El ataque comenzó con un matafuego sobre la multitud y ya no paro. Balas de goma, gases lacrimógenos, palos de la montada y gente de civil (¿policías?) lo fueron todo en la Plaza Independencia dejando cientos de heridos.
El camino a Octubre parece ser cuesta arriba. El clima enrarecido y la violencia física y verbal han ganado la escena política del país. Es deber del cuerpo ciudadano mantener la calma ante la falta de criterio de los dirigentes en la exacerbación de la violencia. La crisis política que vive el país gana terreno en todos los ámbitos. El cambio de hegemonías y el desgaste de las estructuras políticas, económicas y sociales, son las principales causas de la fragilidad del sistema.
Pablo Javier Coronel.