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"Entre la Negación y la Reivindicación: El 24 de Marzo en debate" en Brújula

  • Foto del escritor: para Brújula
    para Brújula
  • 27 mar
  • 5 Min. de lectura

El 24 de Marzo es una fecha donde la sociedad argentina se ve interpelada por los discursos sobre el pasado. La categoría de “Historia Reciente” para estudiar lo sucedido en el siglo XX en Argentina ya comienza a quedar lejana para el año 1976, siendo que estamos a las vísperas del cincuentenario del golpe de Estado. Los debates entre la Memoria y el Negacionismo comienzan a ser suplantados lentamente por el estudio científico del período. Sin embargo, la utilización política de la historia será siempre el arma dialéctica con el cual se construyen los relatos sobre la actualidad. Comienza a salir a flote una corriente marginal de aquel debate como arma intelectual para justificar la acción del presente: el “Reivindicacionismo”.



En los últimos días, en el medio Brújula, Esteban Campos profesor de la Universidad de Buenos Aires y autor de libros como “Cristianismo y Revolución” en donde estudia el surgimiento de Montoneros o sus trabajos en torno al MNR-Tacuara, ha publicado “Memes de Videla y Falcones verdes, o la banalidad del negacionismo”. Allí desarrolla de manera lúcida y pulcra la utilización de formatos pseudo-humorísticos en la comunicación digital y el mundo de las imágenes. Sin embargo, la operación que se está llevando a cabo en estos discursos no es negacionista sino más bien reivindicativa de la acción de personajes como Videla, los Falcones o las gorras.


La tradición histórica del negacionismo se remonta al final del nazismo cuando se llevaron adelante los juicios contra los genocidas del régimen caído. Allí comenzaron a aparecer testimonios que relativizaban lo sucedido con el objetivo de reducir las penas pero también nace como un sentimiento nacional en donde se pretendía mostrar un volk que no sabía nada. Como bien dice Esteban, “Aquí se rechaza la existencia de un plan sistemático para asesinar a miles de civiles, y se cuestiona el número de desaparecidos calculado por las organizaciones de derechos humanos, pasando por alto que la clandestinidad de la represión no dejó estadísticas”. Aparecieron entonces los discursos que buscan poner en duda la cifra de los 30.000 o la versión compartida por Casa Rosada en 2024 de “Memoria, Verdad y Justicia Completa” en donde se hablaba de “Excesos del Estado”.


Sin embargo, en los últimos tiempos ha ido emergiendo de las profundidades una tendencia distinta a la negacionista: la Reivindicativa. Es decir, personas ligadas a la casta militar, servicios de inteligencia, policías, periodistas y sindicalistas, pero también (y hay que decirlo) trabajadores que despertaron al “enano fascista que todos llevamos dentro” como se dice popularmente. Estos sectores ya no buscan negar lo ocurrido sino que consideran a Videla, Massera o Martínez de Hoz como “héroes”.


En este sentido, lo que se ve en los memes que compartía Estaban Campos en su artículo es una reivindicación con frases como “Con esta gorra (Videla), no habría más de estas gorras (joven con visera y arma en mano)” o también otro que dice “Volvé Videla, te perdonamos…por lo que dejaste sin terminar”. Esta cultura dentro del ámbito comunicacional, generalmente desde el anonimato o con cuentas troll viene a empalmar con el pensamiento de influencers o intelectuales como El Gordo Dan, Fran Fijap, Santiago Caputo, Le Moine o, la ya veterana, Victoria Villarroel.


Aquí es cuando los discursos se aproximan más a la Doctrina de Seguridad Nacional que al clima de época post dictatorial en el que el negacionismo pasaba por cuestionar la “versión” de los organismos de DDHH: el debate sobre el número 30.000, la discusión sobre el modelo económico, la apropiación de bebes o posturas en torno a la guerra de Malvinas.


En el contexto actual, la postura oficial tiende a aceptar como válidos los motivos de la (y las) dictadura. El enemigo “zurdo” debe ser objeto de exterminio. La mirada sobre el pasado se refuerza sobre la mirada del presente. Se busca instalar que estamos en un tiempo de caos subversivo como en los setenta, en donde la conspiración de “zurdos” busca hacer caer al gobierno para defender los privilegios de la “casta”. En este sentido aparecen voces como las de Caputo en twitter o los discursos del propio Milei llamando a “aplastar” socialistas o el ya más clásico neofascista Agustín Laje llamando a la policía a “apuntar bien” durante la represión a los jubilados.


Así es como la última dictadura no solo no es negada, sino reivindicada en el discurso y en la acción del presente. Ideológicamente, se consideran continuadores de la gesta histórica de Videla. A pesar de que las veces en las que fue consultado por los medios sobre aquella época, el presidente respondió que estaba en contra ya que “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el PRINCIPIO DE NO AGRESIÓN y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.” También es sabido que en la medida en que la propiedad privada, la “libertad” (en sus términos) y el derecho a la vida son cuestionados, el principio de no agresión comienza a ser relativo, como vimos en las represiones vividas en las últimas horas, donde el uso de la violencia se hace palpable.


En conclusión, el discurso “Reivindicacionista” tiene un objetivo práctico: es una herramienta discursiva que sirve a efectos de su uso en el presente. La persecución de ese enemigo interno encuentra sus bases en la Doctrina de Seguridad Nacional y su expansión en el continente mediante el Plan Cóndor en Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia y Perú en forma de dictaduras pero también en Ecuador, Venezuela, Colombia y México bajo la máscara democrática. De ese entonces a hoy, rastreamos líneas de similitud con la conferencia conservadora en EEUU que reunió a Elon Musk y demás exponentes que hicieron el saludo nazi con su brazo extendido. Partidos como los de Meloni en Italia, Vox en España, Le Pen en Francia y los casos de las ultraderechas en Alemania o Austria.


Vemos en estos movimientos un factor común: no niegan el pasado, lo ponderan y justifican. Para ellos la eliminación de la izquierda es un objetivo loable. En este sentido, debemos saber cómo definirlos para poder instrumentar las herramientas teóricas que nos permitan enfrentarnos con los argumentos correctos. No buscan tergiversar, sino avalar. Justificar para aplicar. Hoy son gobierno. El desafío está planteado.


Postescriptum

Días después de haber redactado esta nota, el gobierno vía Casa Rosada publicó un video de Agustín Laje profundizando la línea que describimos anteriormente. Se ha promovido un discurso reivindicacionista de la última dictadura militar en donde se distorsiona la historia para justificar el golpe de 1976 y equiparar la represión estatal con las acciones de grupos revolucionarios. Esta narrativa no solo minimiza las atrocidades del terrorismo de Estado, sino que también deslegitima la lucha por los derechos humanos y deja en el aire la idea de que la izquierda es un enemigo a eliminar.


Este intento de reescribir la historia no es meramente testimonial, sino que tiene implicancias en el presente, buscando justificar la represión de la protesta social y la persecución de sectores opositores. Al atacar la memoria histórica y relativizar los crímenes de la dictadura, el gobierno allana el camino para la criminalización de la disidencia. Frente a esta amenaza, hacemos un llamado a la movilización en defensa de la verdad, la justicia y los derechos humanos.


Pablo Javier Coronel

 
 
 

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